Único y monumental

Un castillo que atrae miradas
desde todos los ángulos.

Castillo San Possidonio

Recordando el Borgo Medievale de Turín, el arquitecto italiano Augusto César Ferrari construyó un castillo para veranear con su familia, entre 1932 y 1936. Y en honor a su ciudad natal, lo nombró San Possidonio.

Con 25mts de altura, 492mts², 5 niveles y grandes ventanales, su diseño medieval, marca un estilo propio y totalmente disruptivo para la época.

Una estructura extraña, obra única y monumental con detalles en cada uno de sus rincones. Entre ellos, se distinguen sus pasillos angostos, una escalera caracol, balcones techados, columnas enlazadas y aberturas ojivales por doquier.

Don Augusto César Ferrari

El 31 de agosto de 1871, nació en San Possidonio, un bebé que fue abandonado por su madre a horas de haber llegado al mundo. Registrado como Augusto César Fiorellini, fue llevado por la partera a un orfanato. Luego de tres años, los campesinos Helena Sechi y su esposo Martino, lo adoptaron y brindaron todo su amor.

A sus veinte años, Augusto toma contacto con su padre biológico. Un bodeguero importante de Roma, que lo reconoció y financió sus estudios. Es allí donde cambia su apellido por Ferrari.

Augusto cursó arquitectura en la Universidad de Génova, pero su vocación en realidad era la pintura. Decidió entonces anotarse en la Academia Albertina y luego en el Museo Industrial de Torino.

Incursionó colaborando con su maestro Giacomo Grosso, pintando panoramas y murales. Y con ayuda de 5 asistentes, en 1910 llega su primera proeza: Messina destruida por el terremoto de 1908, un lienzo de 2000mts que contenía imágenes dramáticas del pueblo devastado.

Un artista lejos de su tierra

A sus 43 años llega a Buenos Aires, donde en medio de su crisis económica, le encargan pintar la Capilla del Divino Rostro junto al Parque Centenario. Una obra que está confeccionada íntegramente en grafito y cuyo nombre es 'La beneficencia a través de los siglos', declarada Patrimonio Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Aficionado por combinar estilos, le gustaba probar y aplicar novedades. Así fue que por primera vez en Córdoba, creó una estructura de hormigón armado: La Iglesia del Sagrado Corazón (Los Capuchinos) conocida también como La Biblia de Cemento.

Para colorear y decorar los muros, experimentó mezclando cemento y ferrite, lo cual hacía que sus paletas de colores fueran únicas.

Sobre el legado Ferrari

En la provincia de Córdoba, Augusto construyó varias Iglesias y entre 1930-1940 una decena de casas emblemáticas ubicadas en un corredor de las Sierras Chicas, al cual se lo conoce como Paseo Ferrari.

Sobre la Avenida del Carmen y en sus alrededores se encuentran: Santa Teresita, El Grillo, La Golondrina, La Cigarra, Arroyo Seco, La Calandria y San Francisco.

Cada una de ellas refleja la personalidad del autor: meticuloso, fuerte, emprendedor y valiente, con una identidad propia lejos de las vanguardias.

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Una fortaleza que despierta la imaginación